Desde una distancia prudente

Desde allí vive el respetado ser humano sensato de nuestros días. Desde allí se expresa, se proyecta, se conduce y se enamora. ¿Prudencia por qué? Porque ahora ya si que aceptamos que somos todos artículos de consumo e igual lo son nuestras creencias, nuestra fidelidades y nuestras ambiciones. Todo, artículos off the shelf que adquirimos (y somos adquiridos) al precio negociado cuando conviene, si conviene y si no nos altera el status quo o la idea que tenemos de éste. Por ello entonces nunca es aconsejable, para el hombre y la mujer de este mundo en competencia, perder la posición de ventaja en ninguna de estas negociaciones pequeñas y grandes de la vida. Y por ello finalmente es de concluir que lo más práctico es mantenerse a una distancia prudente de todo y de todos, reduciendo considerablemente los niveles de riesgo que conlleva vivir una vida en el impredecible oleaje de nuestra emociones locas que irremediablemte llevan a la pérdida de los controles y las medidas.

Claro que a menor riesgo, menor rentabilidad, dice una voz por allá lejos... Pero es que para el sensato ser humano de estos días post-modernos, ese trade-off resulta de lo más eficiente.