¿Idolos?

a Nunca he sido de las que idolatra algo o a alguien; un artista, un personaje, una ideología. Se me hace cuesta arriba ceder parte de mi “soberanía personal” a la “idea” o a la “imagen” que se me vende de alguien o algo. Creo que eso explica por qué el último afiche de artista que he tenido en mi vida es uno donde aparecía Axl Rose con unos pantalones de cuero pegaditos (y creo que se explica diciendo que hubiese sido imposible para cualquier adolescente sana poner esa foto en cualquier otro sitio que no sea uno estratégicamente visible desde la cama). En todo caso eso fue en 1989,Yo tenía 17 y Axl estaba flaco. Después de ahí no ha habido George Clooney, ni Brad Pitt que ocupen un espacio en mi guarda-pantalla o en mis paredes. Sencillamente las imágenes de los artistas, cantantes, predicadores, escritores, poetas o guerrilleros-cool no dejan de ser para mí simples productos mercadológicos que nosotros mismos como consumidores nos encargamos de engrandecer y de sacar de proporción para beneficio de las ventas de sus discos y películas, o de la propagación de sus ideas empaquetadas para consumo masivo. Ni hablar de cómo afianzamos nosotros mismos el que estas imágenes de personas que ni siquiera sabemos cómo realmente son, se conviertan en nuestros ideales de belleza o en el patrón a seguir.

Secretamente confieso que me gustaría ser de las personas con el don de la idolatría (para cualquier cosa incluso una religión). Deber ser todo un lujo y una maravilla tener a la mano un remanso de fantasía ante el cual ceder de vez en cuando.