Tuesday, May 23, 2006

Radionovela

Dicen en el pueblo que cuando Trujillo el papá la trancaba bajo siete llaves, no fuera a ser cosa. Reina de las patronales, le ponía flores a la virgen. Sus pies de princesa eran famosos en varios pueblos y los jóvenes de familia jugaban a adivinárselos entre las cintas de sus zapatillas de baile. Sin embargo, la lucesita de ella no estaba en las melodías, ni en los encajes, estaba entre sus piernas. Y por eso, un día inesperado en 1969, desechó todas sus promesas de princesa y se dio el lujo de una reina: Escoger un marido solo porque era grande...Grandísimo. Lo conoció un día bañándose en el río y se enredaron entre matorrales. En las ramas dejó enganchadas la pasarela del parque, los paseos en coche y las serenatas con acordeón. Nunca más se vistió.

El tenía un lomo robusto y unas manos grandes,poco más de ahí. Hablaba muy bajo y le callaba las poesías a la mujer con machete y con hacha, con sudor de conuco y víveres de pulpería.

De día ella se emborrachaba de recuerdos. Nunca tomó muy en serio los estudios, "tanta carne no cabía en un pupitre de escuela". Su don para los números quedó así preso detrás de un mostrador de colmado y entre chicle y cerveza agradecía los piropos de los clientes y a veces les picaba los ojos… Si estaba inspirada respondía con los versitos que le enseñó aquel cura gallego que antes la perseguía por las enramadas.

De tarde se pintaba con los colores del cielo y como una fiera le pedía al hombre alimento y olvido. En silencio, él la apaciguaba con candela. No la entendía pero se la sabía de memoria y entre sus dedos (que prometían aprender), y aquella cosa enorme que no la dejaba respirar, la preñó con siete hijos y le sofocó las preguntas de la noche.

Fue precisamente una noche, años después, que el hombre se levantó con un mal presagio de la cama y fue a verse en el espejo. No había ruidos, ni ventanas abiertas. Presintió que se le acababa el fuego para siempre y que un veneno tibio le amenzaba. Se le estaban extinguiendo las promesas. Ante tanta carne rolliza su incumplimiento de macho se extendería por más piel de la que podía soportar y dejarían de valer para siempre los consuelos, traicionados inevitablemente por el tiempo.

Impotente ante el retrato futurista de sí mismo, adyacente, horizontal y abatido, bramó como un toro su último orgasmo solitario frente a un espejo de baño y, en el que fuera su último aullido de protesta, se quitó la vida con un tiro, en venganza y vergüenza ante la mujer morena y todavía picante que algún día le iba a reclamar los años limpiando mostradores, en lugar de limpiar prendas hermosas… Resucitaría poderosa la mujer que él mismo aniquiló hace más de treinta años, cambiándole los sueños por un delantal plástico, una libretita de apuntes y pólvora de cañón. El no iba a tener menudo para devolverle.

La mujer lloró inconsolable el día del entierro.

5 comments:

Maria said...

Coño Rosa. pero que cool. Me encanta y quiero saber más de estos personajes (y si por mano é dio son personas de verdad, quiero saber mucho mucho más).

Rosalina said...

Que EMOCION que te haya gustado precisamente a ti! Son medio de verdad.

Ariskelmys said...

Roses, esto me fascino, desde la narrativa hasta la historia. Estoy como Maria, kiero saber mas...

rumour said...

yo tengo tater salad!!!!!

sahira fontana & géber garcía said...

guao.